TODOS SOMOS MARCA  

Por: Oswaldo Smarrelli Torrealba

La diferencia entre “ser” y “parecer” nos confronta permanentemente con la realidad que transmitimos, pues, vivimos en sociedad y lo que los demás perciben de nosotros puede tener tanto peso como nuestras verdaderas intenciones. Desde que por una simple sospecha de Julio César sobre su esposa hizo proferir aquella célebre frase: “La mujer del César no solo tiene que serlo, tiene que parecerlo” se ha consolidado la idea en los seres humanos de que es tan importante cuidar y proteger la imagen pública como sus hechos. El cuidado de la reputación pública ha evolucionado, hasta hace algunos años existía la idea que bastaba con trabajar duro, ofrecer buenos servicios, ser responsable o acumular méritos y títulos para construir una buena reputación, ya que las oportunidades llegarían solas, pero la ecuación ha cambiado, ya no se trata solo de quién eres, sino de quién sabe que existes. Vivimos un tiempo donde la visibilidad es un activo estratégico, no se trata de fingir, ni de vender humo, se trata de algo más profundo, de dar visibilidad a tu causa, tu visión, tu valor diferencial, de no dejar que el libre albedrío construya la narrativa por ti, es entender que la reputación no se presume: se comunica, se construye y proyecta. Parafraseando a Julio César, hoy no basta con ser bueno, hay que parecerlo, explicarlo y demostrarlo, porque si no lo haces, alguien (quizás muchos) lo hará para sí mismo, y esto, en un entorno donde las decisiones se toman con base a percepciones y referencias, puede ser la diferencia entre participar o quedar fuera de la conversación que te podría cambiar la vida. 

Aunque no lo queramos, todos somos marca, así nos perciben y así percibimos, ser visibles o no queda a vuestra decisión, quizás, esta idea se asocie a la autopromoción vacía o al influencer sin contenido que mencioné en mi artículo anterior, pero no es así, esto es otra cosa, hablo de una estrategia de posicionamiento con propósito, de una marca personal construida sobre la base de la experiencia, credibilidad y trayectoria. En este mundo hiperconectado, lo que no se ve: no se valora o simplemente no existe, según un estudio de LinkedIn, el 85% de las oportunidades laborales y de colaboración surgen a través de redes de contacto personales y visibilidad digital, no del currículum, tampoco del expediente académico, sino de lo que proyectas y cómo te perciben, hace poco escuché una frase muy determinante sobre esto “El talento sin visibilidad es como un faro apagado: está ahí, pero no guía a nadie”. Hoy, cuando alguien quiere saber quién eres, no va a revisar tus títulos, va a buscar tu nombre en Google, revisan tu perfil en Linkedin, Facebook o Instagram ¡no es invento!, una encuesta global de Career Builder reveló que el 70% de los empleadores revisan las redes sociales de un candidato antes de contratarlo y casi el 50% ha descartado a candidatos por no encontrar evidencia de presencia profesional online. Igualmente sucede con los consumidores, según un estudio de Deloitte 8 de cada 10 personas buscan información en línea antes de realizar una compra o contratar un servicio y el 95% lee las reseñas en línea y el mismo porcentaje las asume como influencia directa en sus decisiones de compra. 

Cuantos casos no existen de profesionales que no vendieron sus servicios, no fueron contratados o quedaron fuera de decisiones importantes simplemente porque nadie los vio y mucho menos pensó en ellos, en cambio personas con menos experiencia, servicios menos robustos, pero con fuerte proyección y presencia en redes ganaron esa carrera. En sectores como la política, la percepción pública es determinante, la marca se construye día a día, gracias a esto, en muchos casos el vencedor de unas elecciones ya la ha ganado antes de iniciar el proceso electoral y no necesariamente era el idóneo, pero se proyectó mejor. Igualmente sucede para quienes lideramos equipos, emprendimientos o iniciativas sociales, la marca personal es parte del impacto institucional, porque cuando un líder se posiciona, también posiciona a su organización, humanizándola y enriqueciéndola.  

En este sentido, la construcción de una marca con influencia positiva, la creación de una huella digital como estrategia de posicionamiento siempre aportará mayores beneficios que inconvenientes, al respecto, dos referentes en este campo plantean su importancia de diferentes formas, por un lado, Seth Godin sostiene que “Si no eres diferente, entonces eres invisible” y por otro lado, Jurgen Klaric defiende la idea que “Debería ser obligatorio tomar clases para aprender a vender y venderse antes de graduarse de la universidad”, ambas perspectivas convergen en la necesidad imperante de construir una marca personal distintiva y comunicarla eficazmente, Godin nos advierte el peligro del anonimato e impulsa la idea de ser visibles y auténticos, mientras que Klaric, con su pragmatismo característico, señala la importancia de la habilidad de venderse, de comunicar vuestro valor y potencial como factor diferencial de competencia, incluso superior a los conocimientos adquiridos en la academia. En definitiva, hoy la marca personal es la imagen que dejamos en la gente, es nuestra carta de presentación, ignorar esta realidad es conformarse con ser espectador en un mundo que premia a quienes se atreven a ser diferentes, mostrando su autenticidad y propósito. No ser visto no es una opción, ¡es autoexcluirse! 

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